5 PIEZAS, 2011-2018

LUIS CAMNITZER

07.09.18 - 15.10.18 / Sala PAyS

Curadora: Florencia Battiti

El arte como una forma de ver el mundo.

Para el artista y teórico uruguayo Luis Camnitzer, el arte no es una forma de expresión, sino una forma de pensar críticamente, un modo de adquirir y expandir el conocimiento, el lugar donde puede suceder lo que no puede ocurrir en otro sitio. Algo así como un territorio de libertad en el que, si se postulan problemas o cuestiones descabelladas, no importa tanto la solución concreta sino el proceso de aprendizaje por el cual se transitó. Así, con esta exposición como coartada, Camnitzer retorna al Parque de la Memoria y nos interpela a que reflexionemos en torno a ciertas preguntas: ¿Qué es la patria? ¿De qué está hecho el tiempo? ¿Qué violencias anidan sigilosas y furtivas en las convenciones sociales que regulan nuestras vidas a diario?

Cinco piezas realizadas entre 2011 y 2018 conforman un cuerpo de obra que dispara cuestionamientos relativos a la artificiosidad de las construcciones sociales, como las naciones y su simbología (los himnos y las banderas), pero también a una de las mayores entelequias humanas: el tiempo. En efecto, el modo en que la sociedad de consumo, con su frenético ritmo de producción y obsolescencia, ha mercantilizado el tiempo en todas sus dimensiones es, quizás, uno de los problemas más acuciantes que la humanidad atraviesa en la actualidad. Nada, ni siquiera el deseo, ya parece escapar a los imperativos del consumo. Y sin embargo, tanto la patria como el tiempo son construcciones y convenciones sociales, son ficciones creadas por el hombre cuyo sinsentido hoy, en la era de la revolución digital, se percibe cada vez con mayor fuerza.

Otro constructo social (otra ficción), el lenguaje, forma parte sustancial de la obra de Camnitzer desde mediados de los años sesenta, esos mismos años en los que el ideario de la modernidad comenzó a resquebrajarse. La palabra, entonces, se constituye en su trabajo no solo como representación, sino como configuración del mundo: sus obras plantean descripciones de situaciones visuales para que estas sean activadas en la mente de quien las lee. En este sentido, resulta particularmente revelador el hecho de que Camnitzer prefiera referirse a su trabajo como arte contextual en lugar de arte conceptual, una práctica que apunta a activar la energía del contexto, apropiándose de él para que forme parte de la obra.

¿Cómo cuestionar aquello que aceptamos como absoluto? Una posible vía sería considerar el arte como un instrumento para el conocimiento, una herramienta pedagógica. En sus propias palabras: Frente a la usurpación hegemónica del arte que lo limita a ser una producción de mercancías, en la periferia es necesario que el arte sea utilizado como un agente de transformación (…). Esto es en sí una posición política, independiente del contenido narrativo”. 

Uno de los absolutos del arte que Camnitzer cuestiona (y del cual desconfía) es la belleza, esa categoría estética que durante siglos se erigió como el propósito último del arte. Jane Doe, el equivalente anglosajón de los N.N., es decir, personas cuya identidad se desconoce, es un retrato digital obtenido a través del montaje de imágenes extraídas de la web, cincuenta rostros de mujeres aparecidos en reportes policiales on line, mujeres que fueron abusadas, violentadas y asesinadas. Acompañado de una narrativa textual tomada también de archivos policiales, el resultado de la superposición de imágenes es un rostro de mujer de belleza cuasi angelical. Así, cada una de las singularidades de los rostros mutilados de estas mujeres se disuelve y desaparece en el magma combinatorio de las imágenes. La belleza se presenta como un promedio de la regularidad (de la mediocridad, incluso) que diluye la singularidad del sujeto sin generar ningún conocimiento nuevo. 

Si bien el arte y los artistas no logran intervenir en la efectiva redistribución del poder en el mundo, al menos vale la pena trabajar por la redistribución de la habilidad creativa, de modo que la creación no quede circunscripta a un pequeño segmento de la población que se autodenomina artista.  En este sentido, contra un capitalismo de la creatividad en el cual el arte como profesión especializada tiene por función primordial la producción de objetos para ser insertados en el mercado, Camnitzer aboga por un socialismo de la creatividad, en el que los artistas comparten con la sociedad las metodologías que desarrollan para la creación artística. No se trata de que todos los individuos se conviertan en artistas o realicen obras de arte, sino de que la creatividad, es decir, esa singular manera de pensar y administrar las emociones, sea accesible a todas y cada una de las personas.     

Hacia este propósito ético es que apunta la obra de Luis Camnitzer, un derrotero de incuestionable coherencia que sigue apostando a desacralizar la práctica del arte para resituar su finalidad fuera de la lógica de exhibir piezas en museos y más cerca de incentivar y democratizar el uso de la creatividad y la imaginación. 

Florencia Battiti
Curadora General PDM 

Luis Camnitzer (n.1937) es un artista y escritor Uruguayo de ascendencia Alemana, quien se mudó a Nueva York en 1964. Estuvo a la vanguardia del Conceptualismo en la década de los sesenta, trabajando principalmente en las técnicas de grabado, escultura, e instalación. El trabajo de Camnitzer explora temáticas de justicia social, represión, y crítica institucional. Su uso del lenguaje como medio artístico—humorístico, cortante y a menudo de tono político—ha distinguido su práctica por más de cuatro décadas. En 1964 fundó The New York Graphic Workshop junto a Liliana Porter, artista argentina, y el venezolano Guillermo Castillo (1941–1999). El colectivo trabajó conjuntamente durante seis años explorando el significado conceptual detrás de la técnica de grabado, buscando experimentar y ampliar su definición. A finales de los ‘60 y principios de los ‘70, Camnitzer desarrolló un cuerpo de trabajo que exploró el lenguaje como medio principal, alternando entre texto impreso sobre paredes y papel, como en la obra Diccionario y la instalación Living Room (ambos 1969). Mientras que su interés por el lenguaje se acentuaba, de igual forma su intención por identificar problemas sociopolíticos a través del arte tomo forma y presencia dentro de su obra en gran parte como respuesta a la creciente ola de regímenes militares tomando posesión de América Latina durante las décadas de los sesenta y ochenta. Durante la misma época su trabajo también tornó la mirada el panorama político de su país adoptivo Estado Unidos. Durante la década de los setenta y ochenta, Camnitzer unificó lenguaje y humor a través de sus cajas-objetos, obras en los cuales colocó artículos ordinarios protegidos por un armazón de madera y vidrio, acompañados de texto impreso sobre una placa de metal. Podría decirse que estas cajasobjectos anticiparon una de las obras más importantes de Camnitzer, Uruguayan Torture Series (1983–84). Esta serie de fotograbados personifica la habilidad de Camnitzer para cuestionar el rol social y político que desempeña un individuo dentro de una sociedad, asimismo examina el alcance de la psicología humana, asociando imágenes y texto para así crear un nuevo significado. Aunque Camnitzer hizo de Nueva York su residencia permanente, su obra permanece vinculada a su tierra natal, Uruguay, y en general con América Latina. Tanto su obra como escritos lo han posicionado como voz clave dentro de los debates sobre poscolonialismo, conceptualismo y pedagogía en el arte. 

El trabajo de Luis Camnitzer ha sido presentado en instituciones de primer nivel desde los años sesenta, incluyendo muestras individuales en El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, Santiago, Chile (2013);  El Museo del Barrio, Nueva York (1995); Museo Carrillo Gil, Ciudad de México (1993); y List Visual Arts Center en M.I.T., Cambridge, MA (1991). Retrospectivas de su trabajo han sido presentadas en Lehman College Art Gallery en el Bronx, Nueva York (1991); Kunsthalle Kiel, Alemania (2003); Daros Latinamerica Collection en Zúrich, Suiza, El Museo del Barrio, Nueva York; y Museo de Arte Moderno de Medellin, Bogotá, Colombia (2010–13). 

Ha sido ganador de la beca Guggenheim (Guggenheim Fellowships) en dos ocasiones, 1961 y 1962. Un reconocido crítico y curador, Camnitzer escribe frecuentemente para revistas de arte contemporáneo. Es autor de New Art of Cuba (University of Texas Press: 1994, 2003), Conceptualism in Latin American Art: Didactics of Liberation (University of Texas Press: 2007) y Didáctica de la liberación: Arte conceptualista latinoamericano (Fundación Gilberto Álzate Avedaío, IDARTES: 2012). Así mismo, ha impartido cátedras en la State University of New York, College at Old Westbury desde 1969, y continúa adoctrinando como profesor emérito

En los medios

Cinco piezas.
Por Laura Casanovas
Revista Ñ, 03/10/18

Conferencia ''Arte y Deshonra''