Pedro Barraza y Carlos Laham,
una historia de amor y periodismo que urge ser contada.

El 13 de octubre de 1974 fueron asesinados por la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) Pedro Barraza, trabajador de prensa de 36 años, y Carlos Laham, fotógrafo, de 21. Esa mañana, un cuidador halló los cuerpos acribillados en un predio municipal de Villa Soldati, en la Capital Federal. La organización paraestatal, unos días después, se adjudicaba el crimen en un comunicado que sentenciaba: “La organización Alianza Anticomunista Argentina tiene una trayectoria de Patria y Hogar, todo ello iluminado por Nuestro Señor Jesucristo”.

Pedro y Carlos eran pareja en un contexto histórico en el cual ser homosexual implicaba, por lo general, un triple rechazo: familiar, social y en el ámbito de la militancia. Sin embargo, desafiando la moral heteronormativa que regía estas instituciones, ellos vivían y hacían visible su homosexualidad. En consecuencia, vivían juntos en un departamento en Lavalle y Suipacha, en el barrio porteño de San Nicolás. También, como gesto provocador, se asumían como miembros de la aún inexistente agrupación Putos Peronistas[1]. La oposición a la férrea heteronormatividad de las agrupaciones políticas habían desencadenado el alejamiento paulatino de Barraza de la actividad militante. Asimismo, el desarrollo profesional (al momento de ser asesinado, escribía en Clarín, lo había hecho en La Opinión y hasta pocos meses antes había sido director de Radio del Pueblo) contribuyó a que el tiempo dedicado a la política fuese cada vez menor. Por su parte, “Carlitos” iniciaba en ese momento su carrera como fotógrafo. 

Pedro “el Tarta” Barraza había tenido una destacada intervención político-periodística durante los años de la Resistencia Peronista, aunque en sus orígenes estuvo más vinculado al frondicismo. En 1963 publicó por entregas en los semanarios 18 de Marzo y Compañero una investigación sobre la desaparición, un año antes, del obrero metalúrgico y delegado gremial Felipe Vallese. En aquel material, de una pluma equiparable a Operación Masacre de Rodolfo Walsh; o La Patria Fusilada, de Paco Urondo, Barraza describió con detalle el operativo policial en el cual Vallese fue secuestrado, y el sombrío entramado político- sindical que lo explicaba. En 1971, Juan Fiorillo, comisario en la Departamental de San Martín, y otros 38 policías, fueron condenados por el secuestro, tortura y desaparición de Vallese. La causa judicial ratificaba todo lo que Barraza ya había expuesto en sus crónicas. Tres años después, Fiorillo saldría en libertad y pasaría a integrar la AAA.

También en 1971 Barraza reseñó en La Opinión el libro de José López Rega Astrología Esotérica (Secretos Develados) en la cual en tono de burla mencionaba al autor como “El Astrólogo”, un posible origen del apelativo con el cual sería conocido posteriormente: “El Brujo”. Poco tiempo después López Rega, desde la Secretaría de Bienestar Social comandaría la AAA. Si bien puede rastrearse su origen en la Masacre de Ezeiza en 1972, el primer crimen “firmado” por la organización fue el del diputado nacional Rodolfo Ortega Peña el primero de julio de 1974. En octubre asesinarían a Barraza y Laham, y así darían comienzo a una larga lista de periodistas masacrados. En adelante, y hasta poco antes del Golpe de Estado de 1976 (cuando muchos de sus integrantes pasaron a integrar las patotas militares) la AAA estuvo involucrada en cientos de crímenes.

Recordar desde el Parque de la Memoria las figuras de Pedro Barraza y Carlos Laham, cuyas placas con su nombre grabado integran el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado es, entre otras cosas, un acto de visibilización, en la amplitud de sentido que el concepto posibilita: de la elección sexual y la identidad LGTBIQ+ en el marco de la militancia, y el de una comprometida trayectoria periodística. A su vez, convoca a recorrer un periodo que permite comprender mejor el posterior desarrollo de nuestra historia. 

[1] Agrupación inexistente en aquellos años que, sin embargo, tiene funcionamiento desde el año 2007.

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