Curador invitado: Marcello Dantas
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DESTIERRO
Hay varias palabras en inglés cuya traducción nos remite a la palabra tierra en español; estas incluyen Earth, ground, land, homeland, territory y soil; sin embargo, no existe una única palabra anglosajona que, aún guardando relación con el territorio, sea capaz de transmitir el significado de destierro, es decir, el ser expulsado de la propia tierra por
razones políticas.
Este proyecto se inició hace aproximadamente cuatro años con el fin de interpretar artísticamente el lugar que lleva a cuestas las memorias y las heridas de los años más dramáticos de la historia argentina reciente. El nombre «Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado» refiere a la desmedida relación de fuerzas entre el individuo y la
opresión ejercida sobre él por el Estado. El punto de partida del proyecto fue una obra de Anish Kapoor, Anxiety (Ansiedad), que se presentó por única vez en la Lisson Gallery en Londres. Esta obra no se parece a ninguna otra de Kapoor: es una instalación sonora que opera sobre la presencia física y la percepción. Se trata de una sala vacía equipada con un dispositivo de infrasonido que, a pesar de no percibirse auditivamente, provoca una sensación de ansiedad semejante, quizás, a la que deben de haber experimentado cuando fueron desaparecidos o asesinados aquellos que son recordados en el Monumento. Este fue el punto de inflexión del concepto para esta exhibición. Es una obra invisible que produce en el público una sensación que conecta con la memoria colectiva de la pérdida, la partida, la invisibilidad y la desaparición. En un principio, articulé esta obra potente con otras realizadas por Anish en torno al umbral de la visibilidad; obras que generan sensaciones, pero cuya manifestación concreta o visible es mínima o inexistente.
Pero, para ser Anish Kapoor, hay que ser un artista que interpela al público, desafía a los curadores y sacude las instituciones, por lo general, en dirección del territorio de lo desconocido. Esto es lo que hacen los verdaderos artistas. Así, Anish me propuso una nueva obra maravillosamente interesante. Esta pieza pone nuevamente en evidencia la desaparición y el destierro, pero va más allá, al transformarlos en experiencia. Destierro, o en una traducción libre al inglés, Unearth, puede considerarse una lectura de uno de los mayores dramas de nuestros tiempos a escala global. Personas que han perdido su tierra, gente desterrada, exiliada, despojada o perseguida, construyen la narrativa del movimiento de los inmigrantes de principios del siglo xxi, el resultado de territorios violentados y devastados por la guerra en muchas partes del mundo. Otra posible expresión de esta problemática es nuestra pérdida de la noción de Nación. Un nuevo capítulo en esta larga historia: ya no es más el Estado el que te oprime, este simplemente se ha desvanecido en la oscuridad.
Por otra parte, la palabra «desentierro» también se vincula a este concepto, como la revelación de la evidencia que hemos elegido esconder u olvidar. Como si fuera posible vivir en una tierra de sangre sin el inconveniente de toparse con los restos.
Esta exhibición tuvo su propio nacimiento, entonces, en el marco de los tiempos urgentes que vivimos. Las fronteras reales del mundo de hoy ya no son las que separan las naciones, como les gustaría hacernos creer a algunos líderes, sino las que separan a aquellos que poseen al menos un pedazo de tierra donde pararse de los que no tienen ni siquiera eso. Este es el recorte de una nueva geografía política. Y así esta nueva obra se convirtió en la pieza central de la exhibición, un proyecto nuevo, todavía sin título, que toma cientos de toneladas de tierra y las esparce dentro de los límites del espacio disponible en la Sala PAyS. Esta enorme cantidad de tierra, extrañamente teñida de rojo, fue aparentemente desplazada hasta allí por un pequeño tractor pintado de azul monocromo. El espacio que habitualmente se encontraba disponible para los visitantes está ahora ocupado por esta nueva materia roja, que no puede pisarse. La condición misma del espectador frente a la obra forma parte de la experiencia: el desplazamiento de la tierra genera el desplazamiento de las personas. Asimismo, el hecho de que la tierra esté teñida de rojo crea un vínculo con algunas obras tempranas de Anish Kapoor que involucran pigmentos. Sin embargo, el mismo procedimiento de pintar esta tierra de rojo genera un testimonio material de cierta violencia. La tierra es la última evidencia de la vida y la muerte. La tierra es el elemento que conecta el pasado con el presente y representa la permanencia, el poder, la riqueza y la cultura. La tierra retiene la memoria de lo que pasó antes y también anuncia futuras posibilidades. De la tierra viene la vida y hacia ella nos llevará la muerte. No hay destino sin tierra y, sin embargo, poseer un poco de tierra se ha convertido en un privilegio cada día más inalcanzable. Las migraciones son búsquedas de tierra.
En español, la palabra «terrorismo» comparte el significante con «tierra», «terremoto» y «terreno». El terrorismo ha servido de excusa para justificar mucha injusticia y violencia política en el mundo y, de alguna u otra manera, se ha tildado de terrorismo a la gran mayoría de los fuertes movimientos políticos de oposición. Al emplear esta palabra, el Estado se arroga el derecho a limitar libertades individuales y con ello, por supuesto, acrecienta su poder. El fenómeno del terrorismo de Estado en la Argentina no ha sido la excepción a esta dinámica. De manera similar, la crisis de inmigración que se vive actualmente fue creada y sigue sosteniéndose como una respuesta al «terrorismo». Esta excusa no refleja ninguna preferencia por ideologías de derecha o de izquierda, el norte o el sur; simplemente, es implementada para justificar la violencia y el abuso de poder. Como se sostiene en la obra de Jenny Holzer: Abuse of Power Comes As No Surprise [El abuso de poder nunca llega por sorpresa].
Otro componente importante de esta exhibición es el silencio. En la cultura japonesa existe un concepto llamado Ah – Un no Kokyu, que se puede simplificar como comunicación por medio del silencio. En Japón, la manera en la cual una persona se comunica a través del silencio evalúa su densidad. Así, las ondas infrasónicas son imperceptibles para el oído humano; son ondas poderosas cuya presencia se puede constatar, aunque no sean perceptibles. En un lugar subterráneo adyacente a la sala central, hemos instalado una pieza que tiene poco que ver con la mirada o el oído. En cambio, utiliza un equipo sofisticado que produce un fuerte pero inaudible sonido. Fue necesario ubicar la obra en ese lugar ya que el sonido que produce puede resultar insoportable para cualquiera que se exponga a él por más de diez minutos. En cierta manera, es justamente esa clase de vacío lo que ocupa la sala entera. Anxiety es una obra que trata sobre ese umbral. Aunque fuera del alcance de nuestros oídos, nuestra piel y nuestras vísceras la sienten. Hay algo extrañamente presente en esa sala, algo a lo cual no podemos ponerle nombre, pero cuya presencia tampoco podemos negar. Jamás se sintió el silencio tan fuertemente. Genera incomodidad y altos niveles de ansiedad. Trae al presente uno de los miedos primordiales del hombre, el que se activa cuando está a punto de convertirse en una presa.
En términos más recientes, revive la sensación dramática que anticipaba, por ejemplo, la llegada de un grupo de tareas justo antes del secuestro. Tal como probablemente les sucedió a muchos de aquellos cuyos nombres se encuentran inscriptos en el Monumento del Parque de la Memoria.
La experiencia de esta exposición constituye un rito de conexión de la memoria y la percepción, lo que se ve y lo invisible, la evidencia y la ausencia, lo que sabemos y lo que nunca sabremos.
Marcello Dantas
Curador