CHOQUE

DORA LONGO BAHÍA

29.06.19 - 15.10.19 / Sala Audiovisual

Curadora: Florencia Battiti

“Choque” toma su título de la unidad anti-disturbios de la policía brasileña, también conocida como “Tropa de Choque”, una división entrenada y equipada para reprimir multitudes y protestas en el espacio público.

La video-instalación de Longo Bahía, de profunda potencia visual, cuestiona críticamente los métodos que los poderes del Estado aplican para suprimir las fuerzas de resistencia. Así, lejos de erigirse como un símbolo de protección, en “Choque” las fuerzas policiales transmiten una filosofía del miedo y, aunque la obra ancla su base conceptual en la realidad histórico-política del Brasil contemporáneo, la narrativa visual desplegada por Longo Bahía encuentra similares resonancias en múltiples ciudades a lo largo del planeta. 

Dora Longo Bahia (San Pablo, 1961) es artista visual y doctora en Poéticas Visuales por la Universidad de San Pablo. Sus trabajos se desarrollan en diversos medios, incluyendo la pintura, la fotografía, el video, las instalaciones sonoras y los libros. Su relación con el punk rock de los años 80 implicó su participación en varias bandas como Disk-Putas y Blah Blah Blah. Longo Bahía se define como una productora de imágenes y sus obras abordan, sin rebusques retóricos, la violencia del mundo contemporáneo.

EL VIEJO SUEÑO DE LA CASITA PROPIA

ELDA CERRATO

29.06.19 - 13.10.19 / Espacio Base de Datos

Curaduría: María Alejandra Gatti – Cecilia Nisembaum

Corría el año 1983 y Elda Cerrato participaba de la exposición “La sombra de la democracia” en la galería Hilda Solano. Elda presentaba una obra para ser colgada con alfileres en la pared, en alusión a la fragilidad de la democracia recién recuperada. Ese gesto, artístico y político, fue cuestionado por el curador de la exposición que solicitó que la obra fuera enmarcada para evitar así su lectura política. Sin embargo, a pesar del cuestionamiento, Elda se mantuvo firme y, apoyada por el resto de los artistas participantes, la obra finalmente fue exhibida colgada de alfileres.

La anécdota nos interesa porque, aunque de manera oblicua, introduce algunos de los ejes conceptuales que atraviesan el cuerpo de obra de Elda Cerrato: la preocupación por el estado de la democracia, el rol que deben cumplir las instituciones para lograr su pleno desarrollo y la presencia de las multitudes como constante resistencia y confrontación a la abulia o los abusos de poder del Estado.

“El viejo sueño de la casita propia” reúne un conjunto de obras producidas entre las décadas del ‘70 y ‘90 en torno al vínculo entre el poder judicial y el Estado. Desde esta perspectiva, las obras escogidas invitan a problematizar el sentido que esta relación despliega en la historia de nuestro país y del resto de Latinoamérica, y el modo en el que, en la actualidad, este vínculo se ve distorsionado por las políticas de la posverdad. 

Así, la muestra nos permite interrogar la propia noción de Estado junto a ciertos procesos que parecen repetirse históricamente en la Argentina; particularmente el recorrido oscilante entre la relación de un Estado intervencionista y benefector que habilita posibilidades socio-económicas para las mayorías y un Estado neoliberal cuyas políticas económicas reducen al máximo la intervención en asuntos sociales.

Ante esta coyuntura pendular ¿qué marcos de contención habilitan las leyes? ¿quiénes tienen y quienes no tienen derecho a soñar con la casita propia? ¿qué sucede cuando el Estado, supuesto garante de los derechos, los viola o incumple sistemáticamente?

No caben dudas que en materia de Derechos Humanos la justicia argentina ha sido ejemplar. Los juicios de Lesa Humanidad, aún vigentes, responden a las demandas de una sociedad que, en línea con el ejemplo de los Organismos de Derechos Humanos, ha tomado conciencia del Nunca Más y se muestra mayoritariamente proclive a continuar con las políticas de memoria, verdad y justicia. Sin embargo, en la actualidad, el sistema jurídico atraviesa una profunda crisis institucional que pone en cuestión los grados de veracidad que el mismo sistema despliega, es decir, de qué forma se manipula la información y cómo se ocultan, se moldean o incluso se inventan los hechos. Así, en palabras de la investigadora Guadalupe Nogués, “La posverdad se manifiesta como una especie de mentira arquitecturada, cohesiva y sistemática en la que la coherencia interna le gana al anclaje del mundo real.”

Desde estas perspectivas, la producción de Elda Cerrato es atravesada por desplazamientos geográficos elegidos o forzados, por la coyuntura política local y latinoamericana y por una particular sensibilidad orientada hacia búsquedas espirituales y experiencias del orden de la percepción. Recuperar la mirada crítica de una artista mujer cuya obra se resignifica desde nuestro presente incierto, resulta sin duda un gesto acertado desde la propuesta de un espacio de memoria que intenta repensar el pasado a partir de la potencia crítica del arte contemporáneo.

María Alejandra Gatti – Cecilia Nisembaum

Elda Cerrato  (Asti, Italia, 1930) posee una intensa actividad artística que se ha compuesto de numerosas exposiciones individuales en la Argentina y en el exterior, entre ellas, en el Museo de Bellas Artes de Caracas, el Museo de las Américas de Washington y el Museo de Arte Moderno de Bs.As. Ha participado con su obra –pinturas, dibujos, grabados, instalaciones, acciones y cine– en más de 150 exposiciones colectivas en Europa, Asia y América del Norte, Centro y Sur, así como en bienales y salones nacionales de Argentina y Venezuela, y en Bienales Internacionales, donde ha recibido premios. Vivió y trabajó en Caracas durante dos largos períodos, el último entre 1977 y 1983. Al tiempo que desarrolla su obra, dedica gran parte de su vida a realizar actividades docentes, académicas y de investigación. Desde 1960 trabaja en escuelas de arte y Universidades argentinas y de otros países, particularmente en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo y en la Facultad de Filosofía y Letras, ambas de la Universidad de Buenos Aires, y en la Escuela de Arte del Departamento de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela. En la actualidad, vive y trabaja en Argentina.

En los medios

Sueños nunca cumplidos
Por Laura Casanovas
Clarín, Revista Ñ, 23/08/19

MEMORIAL

LUIS CAMNITZER

26.03.11 - 26.06.11 / Sala PAyS

Curadora: Florencia Battiti

Leer entre líneas ¿Pueden las páginas de una guía telefónica convertirse en un lugar de memoria? Si entendemos los contra-monumentos como instancias en las que la/s memoria/s no concluyen cristalizadas sino como procesos incompletos que acusan la mutabilidad de sentidos que otorgamos al pasado, podremos leer el Memorial de Luis Camnitzer como un ejercicio antimonumentalista, una estrategia que intenta presentar lo inenarrable y brindar a los que ya no están, no un epitafio entre los muertos, sino un lugar entre los vivos.

En términos estéticos, la operación es simple, reductiva y austera. El gesto autoral es programáticamente mínimo y modesto. Al intercalar alfabéticamente en la guía de teléfonos los nombres de las personas desaparecidas durante la dictadura militar en Uruguay, se actualiza tanto la experiencia de la ausencia física de cientos de personas como la denuncia por la falta de justicia ante su desaparición por parte del Estado[1].

La elección del dispositivo a intervenir no resulta inocente: Camnitzer literalmente “hace espacio” entre los nombres de los actuales ciudadanos uruguayos para introducir la presencia insoslayable de quienes fueron privados de sus  derechos primero y de su propia vida después. En sintonía con una línea de trabajo que abarca ya cinco décadas, Camnitzer concibe a la palabra como un elemento visual primordial en su propuesta y resignifica objetos y contextos de uso cotidiano al utilizarlos de manera no ortodoxa.

Fue la historiadora del arte Andrea Giunta, quien sugirió ciertas relaciones entre esta obra y el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado situado en el Parque de la Memoria en Buenos Aires[2]. En efecto, tanto la pieza de Camnitzer como el MVTE se organizan cronológica y alfabéticamente en listados dinámicos, móviles, que permiten la inclusión de un nuevo nombre o la corrección o modificación de algún dato. Ambos, a su vez, se proponen como instancias abiertas e irresueltas que dan cuenta de la compleja tarea de recopilación de información sobre los desaparecidos debido a la metodología represiva utilizada por el terrorismo de Estado y de la condición de antimonumentalidad −entendiendo ésta como una forma que no se clausura en sí misma− que ambos asumen.

Como toda práctica artística eficaz en términos éticos y estéticos, Memorial instala interrogantes. ¿De qué modo dar cuenta, desde el arte, de la condición de los desaparecidos? ¿Cómo sería la realidad política y social del Uruguay si estas personas estuvieran efectivamente al otro lado del teléfono? ¿Qué sucedería, tal como sugiere Mauricio Rosencof[3], si aquellos que figuran en la guía, y probablemente conocen el destino de muchos de los desaparecidos, hablaran?

Nosotros no podemos llamarlos, pero ellos nos llamarán por siempre sostiene Camnitzer, planteando así el compromiso que se asume cuando el pasado es apropiado desde una lectura del presente y con una mirada hacia el horizonte del porvenir. Si muchas de las lúcidas propuestas de Camnitzer plantean problemas en torno a los desfasajes y tensiones entre imagen y palabra, Memorial parece sugerir que la mejor forma de memoria es la justicia.

Florencia Battiti

1. Cabe señalar que en diciembre de 1986, durante la presidencia de Julio María Sanguinetti, se sanciona
en Uruguay la ley 18.548 de Caducidad de Pretensión Punitiva del Estado que establece la impunidad de
los delitos de violación de los derechos humanos durante la dictadura cívico-militar (1973-1985). Al año
siguiente, dicha ley fue ratificada por un referendum.
2. Andrea Giunta. “Luis Camnitzer: Políticas de representación”. En Artecontexto. Arte, cultura, nuevos
medios, Madrid, 2010, n° 27, pp. 42-52. Véase: http://www.artecontexto.com/es/ver_revista-27.html
3 Mauricio Rosencof. “La llamada”. Folleto de la exposición Memorial de Luis Camnitzer en el Museo de la Memoria de Montevideo (MUME), diciembre 2010-marzo 2011. 

TENSIÓN ADMISIBLE

GRACIELA SACCO

20.08.11 - 20.02.12 / Sala PAyS

Curadora: Florencia Battiti

Disparos y metralla. El sonido proviene de distintas partes y cae al ritmo en el que la pintura estalla en manchas. Negro sobre blanco, los impactos van cubriendo la totalidad de la superficie para comenzar de nuevo, blanco sobre negro. La tinta opera como la clave visual de una tensión metafórica entre términos antagónicos que se organizan como espejos enfrentados. Uno requiere del otro para tomar visibilidad, uno se justifica en el otro y opera como la clave de su formulación, de su existencia. Existen con el otro, involucrados. Ambos remiten a la violencia. El impacto sonoro y visual de esta extensa instalación nos interpela. Podemos ver la obra desde lejos, pero la proximidad detona un registro perceptual, en movimiento. La imagen de esa superficie activada por el impacto de la pintura negra y blanca se 
interrumpe con el ritmo sostenido de maderas que crea una grilla, una trama, una cornisa para la mirada que tiene que penetrar entre las rajas, ver entre los vacíos. Manchas, sonidos, fisuras y tabiques consolidan una construcción que interroga simultáneamente varios sentidos. Una formación perceptual que subsume al espectador en una crispada meditación sobre la violencia. Crispada, sí, porque la obra no sólo formula un registro visual y sonoro de la violencia, también la ejerce. No sólo representa, también actúa esa violencia que instala como el centro de una pregunta que remite a la matriz de violencia que ha impregnado el largo siglo XX, que estableció un denominador común para la organización de una experiencia de época pautada por guerras y revoluciones. La violencia concreta, histórica, situada; y al mismo tiempo la violencia como percepción que dirige la meditación sobre esa materia violenta y sobre el tiempo dedicado a la guerra. Los sueños de la violencia. La obra puede situarse en una pregunta que implícitamente formula Hannah Arendt: ¿Puede considerarse la violencia como la única interrupción posible (en forma de guerras y revoluciones) del proceso cronológico de la Historia? La pregunta queda abierta. 

La tensión que proviene de la sucesión de disparos, del ruido ensordecedor, de la superficie dinámica de manchas sobre manchas, del ritmo vertiginoso de los postes de madera interrumpiendo el registro de la pintura en movimiento, lleva a detenernos en el encadenamiento de una violencia que se materializa en un espacio específico: la sala del Parque de la Memoria como laboratorio para una reflexión basada en la percepción. 
Tensión admisible expone una meditación sobre los límites, sobre la tensión máxima que puede articularse en el momento previo a un estallido. En el título de la exposición redobla el registro perceptual de la obra. 

En el repertorio de Graciela Sacco cada elemento suma su sentido al dispositivo general de la obra. Las maderas, como sucedía en las serie Cuerpo a cuerpo, también son el mecanismo para mensurar la violencia históricamente situada (una manifestación en el ’68, en el 2001 o en el 2011) o la expresión de una trama continua de violencias perceptuales. Medir y controlar como una forma de cuantificar: volver una experiencia general en una concreta, en el espacio de la sala de exhibición. La suma de palos con la imagen impresa remite también a la inscripción en el presente de hechos del pasado; es una forma concreta de representar la memoria de esos hechos que se recuerdan con mayor o menor exactitud o sujetos a distintas formas de distorsión.

Cualquier salida puede ser un encierro, advierte la frase que nombra la otra instalación, la que se enfrenta a los  disparos. Junto a esta violencia perceptual Sacco sitúa una representación poderosa en la cultura de Buenos Aires, el río, con su implícita ambiguedad; aquella que proviene de una imagen que remite a la vida, a la mirada que se pierde en el horizonte, en el espacio que se proyecta hacia otros espacios, hacia otras geografías y que al mismo tiempo refiere a la muerte. El río cementerio. Podría pensarse a la ciudad de Buenos Aires como un inmenso memorial. En las veredas de los bancos aledaños a la Plaza de Mayo se suceden las placas que recuerdan a los desaparecidos. El río es la inmensa placa recordatoria de la ciudad. Superficie líquida que lleva, de nuevo, a pensar en la vida. El inicio de esta
obra es otra, que comenzó en Finisterre, Galicia, en la Costa das Mortes, donde se depositaron cientos de barcos en los que se hundieron las esperanzas de los inmigrantes. La historia de una violencia y de todas las violencias.

Fuera del Parque de la Memoria, entre las rejas que lo circundan y el espacio de la calle, se despliega la imagen extensa del río, que confronta al tránsito urbano. Cualquier salida puede ser un encierro, de la serie Tensión admisible. Interferencia urbana es una señalización, una forma de traer el río a la calle, al lugar que registra la zona de contacto entre la ciudad y ese parque en el que se inscribe una trama de sus experiencias. 

La reiteración de imágenes y de sonidos repone el ritmo de muchas formas de violencia y recrea cierta incertidumbre. El poder de una obra no radica en la definición lineal del sentido. Reside, más exactamente, en su capacidad para instalar la mente y las percepciones en un estado meditativo.

Andrea Giunta

DOLORES DE ARGENTINA

DOLORES CÁCERES

10.03.12 - 10.06.12 / Sala PAyS

Curadora: Florencia Battiti

La serie Dolores de Argentina fue iniciada por la artista a mediados de 2000, cuando en el país la atmósfera de estallido social, que poco después se tornaría vacío político, era inminente. Fue entonces cuando Dolores Cáceres sintió la necesidad de comenzar a trabajar en Dolores de Argentina, tomando su nombre propio para identificarlo con el de la República.

En esta oportunidad, la artista logra articular diversos soportes para explorar una selección de situaciones desgraciadas y de tragedias, trazando una memoria en construcción. 

PANCARTAS DE MADRES DE PLAZA DE MAYO - LÍNEA FUNDADORA

ELLOS QUIEREN CONTARNOS

07.07.12 - 26.08.12 / Sala PAyS

Curaduría: Institucional Parque de la Memoria

TEXTO PARA FOTODUPLICACIÓN


“… Ellos quieren contarnos…” Las Pancartas de las Madres A mediados de los años noventa, las Madres de Plaza de Mayo- Línea Fundadora comenzaron a confeccionar un conjunto de pancartas que diera cuenta de las historias de vida de los detenidos-desaparecidos. ¿Quiénes eran los desaparecidos? ¿Cómo eran sus rostros? ¿Quiénes fueron sus afectos, sus amigos y cuáles sus costumbres y los rasgos específicos de su militancia? Así surgen las pancartas: con la intención de reponer, al menos en parte, la dimensión humana y política de aquellos individuos a quienes el terrorismo de Estado pretendió sustraerles las marcas de su identidad y de su existencia. En sí misma, la pancarta como soporte remite a los elementos y herramientas propios de la militancia. La pancarta se porta en las manifestaciones para dar visibilidad a un mensaje y, en este caso, lo que acuciaba era echar luz sobre la identidad de los detenidos-desaparecidos. Así, se emprendió la tarea de recuperar documentos personales, fotos, textos, dibujos, objetos que, compuestos sobre modestas cartulinas, brindaran testimonio directo sobre la vida de cada uno de ellos. En la mayoría de los casos, las pancartas consignan dónde y cuándo fueron detenidos y desaparecidos y, en algunas ocasiones, incluyen leyendas tales como “un pueblo que olvida, repite su historia”.

Como todo proceso de narración identitaria, la elaboración de las pancartas trascendió el círculo estrictamente familiar.
En la tarea de recolección de materiales y armado de las mismas, las Madres contaron con la ayuda de un grupo de
colaboradores, quienes en algunos casos, habían sido amigos o compañeros de militancia de sus hijos desparecidos. Luego de meses de preparación, las pancartas fueron exhibidas públicamente por primera vez el 25 de noviembre de 1995 en el Parque Las Heras bajo el título “Muestra itinerante por la identidad completa del detenido-desaparecido. Seguimos para que no nos arrebaten el futuro”. A partir de allí, fueron exhibidas en numerosos espacios públicos y  recorrieron gran parte del país, cada vez, sumando más carteles, reconstruyendo otras, nuevas identidades.

Si el terrorismo de Estado negó la existencia de los desaparecidos y las leyes de punto final, obediencia debida y
el indulto acentuaron las marcas de impunidad, las pancartas se constituyen como una acción estético-política que apuntó tempranamente a contrarrestar esta operación de borramiento. Asimismo, si la categoría de desaparecido tiende a diluir individualidades, las pancartas brindan la posibilidad de recuperar las existencias singulares, las biografías personales y las trayectorias únicas. 

Las pancartas que se exhiben aquí conforman una narración identitaria social insustituible, un testimonio del vínculo
entre padres e hijos, entre compañeros y amigos.

* Gran parte de las pancartas originales fueron destruidas por acción de la lluvia durante la Marcha de la Resistencia en 2004. Las pancartas que se exhiben en el Parque de la Memoria fueron reconstituidas, digitalizadas e impresas en lonas vinílicas para preservarlas y facilitar su traslado por el programa de Derechos Humanos de la Secretaría de Cultura de la Nación. Agradecemos a Carmen Lapacó y Fabiana Almeida las gestiones de préstamo de las mismas y a Nora Anchart por la valiosa información brindada.

DUNAMIS. ENTRE EL DESASTRE Y LA ESPERANZA.

RES

29.09.12 - 10.02.13 / Sala PAyS

Curadora invitada: Diana Wechsler

A partir de tres instalaciones concebidas especialmente por Res para la Sala PAyS, más de 50 fotografías y registros en video, la muestra propuso una reflexión sobre la memoria histórica y política, pero también sobre la memoria biológica y la memoria de los materiales. De esta manera, articulando imágenes y sentidos, la exposición instaba al espectador a reconfigurar sus propios recuerdos. 

PAISAJES DE LA MEMORIA

NORBERTO PUZZOLO

16.03.13 - 12.05.13 / Sala PAyS

Curadora invitada: Adriana Lauria

Paisajes de la Memoria fue una exposición especialmente concebida por Norberto Puzzolo para la Sala PAyS del Parque de la Memoria. La muestra puso en diálogo obras históricas, que testimonian el paso del artista por el Grupo de Vanguardia de Rosario, con sus producciones más recientes, que toman el paisaje como símbolo de las ausencias y violencias sufridas a través de la historia argentina. 

EL SILUETAZO

EDUARDO GIL

18.05.13 - 02.06.13 / Sala PAyS

Curadora: Florencia Battiti

El “siluetazo” desde la mirada de Eduardo Gil

La pregunta sobre cómo representar lo irrepresentable, cómo dar visibilidad a la presencia de una ausencia se aloja en el núcleo de los debates en torno de las paradojas de la representación. El “siluetazo” fue, en este sentido, una acción estético-política que logró simbolizar la desaparición y articular de manera emblemática el arte con una demanda social colectiva: la aparición con vida de miles de desaparecidos durante la última dictadura militar. Rodolfo  Aguerreberry, Julio Flores y Guillermo Kexel, los tres artistas visuales, idearon la acción y acercaron la propuesta a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, entre otros organismos de derechos humanos y organizaciones sociales.
Pocos meses antes de que concluyera el régimen militar, el 21 de septiembre de 1983, en el marco de la III Marcha de la Resistencia, los organizadores improvisaron un taller al aire libre y, usando plantillas, comenzaron a delinear siluetas humanas sobre papeles, que luego pegaron verticalmente sobre las paredes de los edificios aledaños, sobre otros  carteles existentes, sobre árboles, etc. Este gesto fue el puntapié inicial para que el público se apropiara  inmediatamente de la tarea. Cientos de manifestantes aportaron otros materiales para realizar las siluetas, “pusieron sus cuerpos” para bosquejarlas y se sumaron a la pegatina impulsada por los organizadores.


Para el historiador del arte Roberto Amigo, el “siluetazo” implicó la toma de la Plaza de Mayo política y estéticamente y el modo de hacerlo, una recuperación de los lazos solidarios perdidos durante la dictadura. 

Si hoy, a treinta años del “siluetazo”, podemos acceder a imágenes que habilitan el abordaje de este acontecimiento histórico es, en parte, gracias a la labor de artistas como Eduardo Gil, quien participó activamente de la acción, tanto política como artísticamente. No cabe duda de que la dimensión artística del “siluetazo” se vio eclipsada ante su radicalidad política y que, incluso, la experiencia colectiva que desencadenó alteró profundamente la noción de autoría.  Sin embargo, ante las obras fotográficas de Eduardo Gil uno se encuentra no solo con el testimonio o el registro de
aquella acción, sino con imágenes resueltas desde la mirada de un artista. “Me preocupaba cómo resolver visualmente las imágenes que se generaban a mi alrededor”, recuerda Gil, “cómo plasmar en ellas la potencia de la fotografía para dar cuenta del entorno y la estética bressoniana con la que me identificaba en aquel momento, me pareció la herramienta ideal”.

La exhibición de estas imágenes en el Parque de la Memoria posibilita hoy la reflexión crítica sobre una de las acciones artístico-políticas más memorables de la historia argentina, nos interpela para que pensemos en la inquietante vigencia que aún proyectan y nos permite, también, revalorizarlas por su significación histórica y artística.

Florencia Battiti

PUNTO DE PARTIDA

BILL VIOLA

06.07.13 - 02.09.13 / Sala PAyS

Curador invitado: Marcello Dantas

Punto de Partida – Point of Departure fue la primera muestra individual de Bill Viola en Buenos Aires, concebida especialmente para la Sala PAyS del Parque de la Memoria.

La exhibición, compuesta por siete videoinstalaciones, recorrió un claro eje temático: la idea de la partida, el doloroso momento de la separación y la ruptura que distingue el aquí del allá, el pasado del presente, la vida de la muerte, el Estado del individuo. El efecto ralentizado de su cámara expone y evidencia las reacciones y expresiones más profundas que nos vinculan y nos unen como colectivo humano.