ESCUELA DE ENVEJECER

ANA GALLARDO

Martes a viernes de 11 a 17 hs. /
Hasta el 03 de julio / Entrada libre y gratuita

¿Cómo envejecer en un sistema que niega lo viejo? ¿Cómo envejecer frente a la idea del paso del tiempo como una amenaza que persigue la idea de utilidad? ¿Cómo crear las condiciones adecuadas para esa vejez?

En 2008 Ana Gallardo, junto a sus amigxs, imaginaba un lugar para vivir en la vejez. Hoy, en 2022, es en el Parque de la Memoria donde la Escuela de envejecer encuentra su lugar.

Luego de más de diez años de trabajo, las respuestas a aquellas preguntas se materializan en esta muestra: un espacio físico que alude a la idea de Escuela, donde un pizarrón- contenedor orienta el recorrido de la obra.

Organizada en cuatro núcleos temáticos -La memoria, Los oficios, La narración y la oralidad, La fiesta, el baile y el canto-, en las distintas salas se proponen diversos ejercicios y acciones de los que el público podrá participar. Las paredes-pizarrón, además, funcionan como soporte de la voz de Ana Gallardo, escrita con tiza.

Para crear este espacio -que se constituye como un lugar para vivir la vejez en comunidad, revalorando múltiples saberes y oficios-, Ana tomó su propia experiencia y, sobre todo, la de otras mujeres.

Desde su tía Rosita hasta las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, esta exhibición es el resultado de un proceso que se construyó a partir de encuentros íntimos que la artista generó con personas mayores para recuperar tanto sus deseos perdidos en la juventud como sus hallazgos de la vejez.

El procedimiento es simple: las personas mayores le comparten a Ana saberes específicos que ella reinstala en otros contextos a través de acciones. Así, las experiencias se transforman en aprendizajes y le permiten a la artista contar una historia diferente en un
lenguaje caótico y amoroso, transformador y político.

Con el fin de habilitar nuevos espacios para enseñar y compartir estos oficios y saberes de la vida, la Escuela de envejecer tiene su punto de llegada en el Parque de la Memoria.

Durante los cuatro meses de la exposición, se realizará un programa de acciones y actividades públicas para que tanto Ana como otras mujeres invitadas puedan exhibir lo aprendido.

Escuela de envejecer es un proyecto producido por el Parque de la Memoria, dependiente de la Subsecretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA).

La exposición permanecerá abierta al público de martes a viernes de 11 a 17 hs y los sábados, domingos y feriados de 11 a 18.00 hs, con entrada libre y gratuita hasta el 03 de julio.

Curaduría:

María Alejandra Gatti y Lorena Fernández

Video: Cocuyo Club

INVENTAR A LA INTEMPERIE

Desobediencias sexuales e imaginación política en el arte contemporáneo

Martes a viernes de 12 a 17 hs. / sábados y domingos de 12 a 18.30.
hasta el 12 de diciembre / Entrada libre y gratuita

Fotografías: Federico Lo Bianco

El Parque de la Memoria presenta Inventar a la intemperie. Desobediencias sexuales e imaginación política en el arte contemporáneo, una exposición que aborda los cruces e intercambios entre las prácticas artísticas contemporáneas y los activismos sexopolíticos en la escena argentina desde los años sesenta hasta la actualidad.

Curada por Fernando Davis y un equipo conformado por Mina Bevacqua, Nicolás Cuello y Fermín Acosta, la exposición es el resultado de una investigación de largo aliento que busca reponer narrativas clausuradas o poco exploradas por la historia y la teoría del arte. Organizada a partir de cinco núcleos temáticos, la muestra apunta a poner en diálogo un conjunto de experiencias heterogéneas que, incomodando y desbordando las divisiones establecidas entre el arte y la política, contribuyó a cuestionar la producción normalizada de los cuerpos y las identidades sexuales y de género.

Cada una de las cinco zonas temáticas —Deseo y revolución; Underground destapado; Fiesta, belleza y precariedad; Multitudes sexuales y reinvención de lo común; Escrituras menores, afinidades afectivas— propone relaciones entre obras de arte y materiales y experiencias heterogéneas sin la pretensión de construir un relato coherente, sino con el fin de provocar un campo abierto de tensiones, desvíos y latencias. Así, la exposición pone en diálogo obras de Alberto Greco, Edgardo Giménez, Alberto Heredia, Humberto Rivas, Marta Minujín, Cristina Schiavi, Feliciano Centurión, Omar Schiliro, Fernanda Laguna, Marcelo Pombo, Alfredo Londaibere, Jorge Gumier Maier, Oscar Bony, Pablo Suárez, Mariela Scafati, Liliana Maresca, Marina de Caro, Ana López, Delia Cancela, Alicia Herrero, Ariadna Pastorini, Miguel Ángel Lens, Osvaldo Lamborghini, los colectivos Serigrafistas Queer, Mujeres Públicas, Costuras Urbanas, Cuerpo Puerco, Fugitivas del Desierto, Taller Popular de Serigrafía, entre muchos otros, con importantes acervos documentales, libros, memorabilia, ediciones independientes y fanzines, entre otros repertorios visuales.

La exposición se complementa con la publicación on line del micrositio “Inventar a la intemperie” (www.inventaralaintemperie.ar) que oficia de plataforma de contenidos y actividades vinculados a la exposición pero que, dado su carácter virtual, brinda la posibilidad de expandir y ampliar dichos contenidos incluso más allá de los límites temporales de la muestra. Asimismo la exposición contará con un ciclo de Programas Públicos que incluye lecturas performáticas, recorridos guiados y un ciclo de cine al aire libre.

Inventar a la intemperie. Desobediencias sexuales e imaginación política en el arte contemporáneo es un proyecto producido por el Parque de la Memoria, dependiente de la Subsecretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural del GCBA y contó con el apoyo del Ministerio de Cultura del GCBA y la Foundation for Arts Initiatives (FfAI).

La exposición permanecerá abierta al público de martes a viernes de 12 a 17 hs.; sábados, domingos y feriados de 12 a 18.30 hs. con entrada libre y gratuita hasta el 12 de diciembre. 

En una serie de videos, el equipo curatorial conformado por Fernando Davis, Mina Bevacqua, Fermín Acosta y Nicolás Cuello presentan cada una de las cinco zonas temáticas en las que está dividida la muestra: Deseo y revolución; Underground destapado; Fiesta, belleza y precariedad; Multitudes sexuales y reinvención de lo común; y Escrituras menores, afinidades afectivas.

En esta producción, Fernando Davis narra cómo se pensó la primera de ellas, Deseo y revolución. Durante los años sesenta y principios de los setenta, estas dos nociones diagramaron coordenadas políticas en las que confluyeron las imágenes, representaciones y figuraciones utópicas de un presente llamado a ser transformado y reinventado.

La vanguardia experimental encendió revueltas de la imaginación y estrategias participativas que coincidían en la necesidad de desbordar los cauces institucionales del arte y movilizar nuevos espacios creativos y vitales.

Para esa misma época, los primeros grupos de liberación sexual se pronunciaron en contra del autoritarismo, la moral represiva y la patologización de las sexualidades no normativas, defendiendo una revolución del deseo articulada con la lucha de clases en curso.

En esta oportunidad, Nicolás Cuello, quien integra el equipo curatorial, detalla cómo construyeron Underground destapado, el segundo de los núcleos temáticos.

Con el retorno a la democracia, la ocupación del espacio público y la apertura a nuevas formas de consumo cultural -el llamado destape-, puso en circulación un conjunto heterogéneo de prácticas simbólicas que, a partir de la radicalización de la libertad creativa, buscó desplazar los efectos remanentes de la censura mediática, el conservadurismo político y los valores tradicionales de una moral sexual represiva.

En espacios del underground se dio lugar a numerosas experiencias que enhebraron la producción artística con la elaboración colectiva de nuevos significantes en torno al sexo y los géneros.

Fernando Davis cuenta sobre Fiesta, belleza y precariedad, un núcleo atravesado por la época de los ochenta y los noventa.

Desde finales de la década de 1980, fiesta, belleza y precariedad constituyeron dimensiones centrales en múltiples obras que cruzaron la manualidad escolar y el bricolaje popular con el objeto de factura industrial devaluado y el ready-made, el souvenir cursi y el artificio camp con representaciones y procedimientos socialmente atribuidos a los dominios de lo doméstico, la infancia, la feminidad y lo queer.

La insistencia por rescatar, embellecer y celebrar lo desechado o descalificado por el orden social mayoritario, operó en numerosas acciones y experiencias colectivas desafiando las representaciones dominantes con que el orden neoliberal administra cuerpos, deseos, subjetividades y modos de vida.

En este video, Mina Bevacqua describe Multitudes sexuales y reinvención de lo común, un espacio que recupera características de los demás núcleos temáticos.

En torno a los estallidos sociales del 19 y 20 de diciembre de 2001, asambleas barriales, movimientos piqueteros, fábricas recuperadas y espacios culturales autogestivos diagramaron junto a colectivos de activismo artístico una serie de acciones enfocadas en denunciar las consecuencias de la crisis neoliberal.

A través de la desobediencia civil y la acción directa, privilegiaron modos de ocupación del espacio público que posicionaron la precariedad de los cuerpos y la violencia específica sobre sus diferencias sexogenéricas, como un campo de disputa, dando cuenta, a su vez, de las restricciones normativas que organizan el deseo de transformación de la multitud.

En esta última entrega, Fermín Acosta cuenta cómo se construyó Escrituras menores, afinidades afectivas, la quinta zona de la exhibición. 

Las escrituras, ediciones y armados de redes de distribución alternativas constituyeron estrategias desde las que fue posible disputar horizontes de imaginación alrededor del cuerpo, el sexo, el género y el erotismo. A través de la activación de proyectos editoriales autónomos, algunas de estas iniciativas formularon cuestionamientos en torno a la materialidad del libro, su producción, circulación y socialización; y recurrieron a la utilización de materiales como el cartón reciclado o la impresión de fotocopias, entre otras formas artesanales de publicación. 

Muchas de las operatorias textuales que se utilizaron llevaron al límite la idea misma de escritura para ponerla en crisis y se volcaron a la invención de artefactos híbridos que se ubicaron en el cruce con otras disciplinas como el dibujo, la pintura, el teatro, el collage o el cine.

Curaduría, textos y diseño de montaje:

Fernando Davis, Fermín Acosta, Mina Bevacqua y Nicolás Cuello.

Rafael Aladjem
Pilar Arrese
Sergio Avello
Batato Barea
Marcelo Benítez
Mildred Burton
Oscar Bony
Delia Cancela
Feliciano Centurión
Copi
Eduardo Costa
Costuras Urbanas 
Cuerpo Puerco 
Daiana Diet
Marina De Caro
Sergio De Loof 
Facundo de Zuviría
Effy Beth
Eloísa Cartonera 
Fabulous Nobodies 
Martha Ferro
Foto Estudio Luisita
Fugitivas del Desierto 
Gambas al Ajillo
Edgardo Giménez
Alberto Greco
Jorge Gumier Maier
Alberto Heredia
Alicia Herrero
Narcisa Hirsch
Ioshua 
Roberto Jacoby
Roberto Jáuregui
Leandro Katz
Klaudia con K
Federico Jorge Klemm
Alejandro Kuropatwa
Fernanda Laguna
Osvaldo Lamborghini
Miguel Ángel Lens
Nora Lezano

Alfredo Londaibere
Ana López
Marcos López
Roberto López
Los Peinados Yoli 
Liliana Maresca
Naty Menstrual
Pablo Mesejean
Marta Minujín
Cris Miró
Mujeres Públicas 
Elena Napolitano 
Fernando Noy 
Margarita Paksa
Peter Pank
Ariadna Pastorini
Pat Pietrafesa 
Marcelo Pombo
Dalila Puzzovio
Josefina Quesada
Humberto Rivas
Rubén Santantonín
Mariela Scafati
Cristina Schiavi
Omar Schiliro
Marcia Schvartz
Serigrafistas Queer 
Martín Sichetti
Gustavo Sola
Malva Solís 
Carlos Squirru
Pablo Suárez
Taller Popular de Serigrafía
Karina Urbina
Eduardo “El Profe” Valenzuela
Marlene Wayar
Enrique Yurkovich
Claudia Zicker

CHOQUE

DORA LONGO BAHÍA

29.06.19 - 15.10.19 / Sala Audiovisual

Curadora: Florencia Battiti

“Choque” toma su título de la unidad anti-disturbios de la policía brasileña, también conocida como “Tropa de Choque”, una división entrenada y equipada para reprimir multitudes y protestas en el espacio público.

La video-instalación de Longo Bahía, de profunda potencia visual, cuestiona críticamente los métodos que los poderes del Estado aplican para suprimir las fuerzas de resistencia. Así, lejos de erigirse como un símbolo de protección, en “Choque” las fuerzas policiales transmiten una filosofía del miedo y, aunque la obra ancla su base conceptual en la realidad histórico-política del Brasil contemporáneo, la narrativa visual desplegada por Longo Bahía encuentra similares resonancias en múltiples ciudades a lo largo del planeta. 

Dora Longo Bahia (San Pablo, 1961) es artista visual y doctora en Poéticas Visuales por la Universidad de San Pablo. Sus trabajos se desarrollan en diversos medios, incluyendo la pintura, la fotografía, el video, las instalaciones sonoras y los libros. Su relación con el punk rock de los años 80 implicó su participación en varias bandas como Disk-Putas y Blah Blah Blah. Longo Bahía se define como una productora de imágenes y sus obras abordan, sin rebusques retóricos, la violencia del mundo contemporáneo.

EL VIEJO SUEÑO DE LA CASITA PROPIA

ELDA CERRATO

29.06.19 - 13.10.19 / Espacio Base de Datos

Curaduría: María Alejandra Gatti – Cecilia Nisembaum

Corría el año 1983 y Elda Cerrato participaba de la exposición “La sombra de la democracia” en la galería Hilda Solano. Elda presentaba una obra para ser colgada con alfileres en la pared, en alusión a la fragilidad de la democracia recién recuperada. Ese gesto, artístico y político, fue cuestionado por el curador de la exposición que solicitó que la obra fuera enmarcada para evitar así su lectura política. Sin embargo, a pesar del cuestionamiento, Elda se mantuvo firme y, apoyada por el resto de los artistas participantes, la obra finalmente fue exhibida colgada de alfileres.

La anécdota nos interesa porque, aunque de manera oblicua, introduce algunos de los ejes conceptuales que atraviesan el cuerpo de obra de Elda Cerrato: la preocupación por el estado de la democracia, el rol que deben cumplir las instituciones para lograr su pleno desarrollo y la presencia de las multitudes como constante resistencia y confrontación a la abulia o los abusos de poder del Estado.

“El viejo sueño de la casita propia” reúne un conjunto de obras producidas entre las décadas del ‘70 y ‘90 en torno al vínculo entre el poder judicial y el Estado. Desde esta perspectiva, las obras escogidas invitan a problematizar el sentido que esta relación despliega en la historia de nuestro país y del resto de Latinoamérica, y el modo en el que, en la actualidad, este vínculo se ve distorsionado por las políticas de la posverdad. 

Así, la muestra nos permite interrogar la propia noción de Estado junto a ciertos procesos que parecen repetirse históricamente en la Argentina; particularmente el recorrido oscilante entre la relación de un Estado intervencionista y benefector que habilita posibilidades socio-económicas para las mayorías y un Estado neoliberal cuyas políticas económicas reducen al máximo la intervención en asuntos sociales.

Ante esta coyuntura pendular ¿qué marcos de contención habilitan las leyes? ¿quiénes tienen y quienes no tienen derecho a soñar con la casita propia? ¿qué sucede cuando el Estado, supuesto garante de los derechos, los viola o incumple sistemáticamente?

No caben dudas que en materia de Derechos Humanos la justicia argentina ha sido ejemplar. Los juicios de Lesa Humanidad, aún vigentes, responden a las demandas de una sociedad que, en línea con el ejemplo de los Organismos de Derechos Humanos, ha tomado conciencia del Nunca Más y se muestra mayoritariamente proclive a continuar con las políticas de memoria, verdad y justicia. Sin embargo, en la actualidad, el sistema jurídico atraviesa una profunda crisis institucional que pone en cuestión los grados de veracidad que el mismo sistema despliega, es decir, de qué forma se manipula la información y cómo se ocultan, se moldean o incluso se inventan los hechos. Así, en palabras de la investigadora Guadalupe Nogués, “La posverdad se manifiesta como una especie de mentira arquitecturada, cohesiva y sistemática en la que la coherencia interna le gana al anclaje del mundo real.”

Desde estas perspectivas, la producción de Elda Cerrato es atravesada por desplazamientos geográficos elegidos o forzados, por la coyuntura política local y latinoamericana y por una particular sensibilidad orientada hacia búsquedas espirituales y experiencias del orden de la percepción. Recuperar la mirada crítica de una artista mujer cuya obra se resignifica desde nuestro presente incierto, resulta sin duda un gesto acertado desde la propuesta de un espacio de memoria que intenta repensar el pasado a partir de la potencia crítica del arte contemporáneo.

María Alejandra Gatti – Cecilia Nisembaum

Elda Cerrato  (Asti, Italia, 1930) posee una intensa actividad artística que se ha compuesto de numerosas exposiciones individuales en la Argentina y en el exterior, entre ellas, en el Museo de Bellas Artes de Caracas, el Museo de las Américas de Washington y el Museo de Arte Moderno de Bs.As. Ha participado con su obra –pinturas, dibujos, grabados, instalaciones, acciones y cine– en más de 150 exposiciones colectivas en Europa, Asia y América del Norte, Centro y Sur, así como en bienales y salones nacionales de Argentina y Venezuela, y en Bienales Internacionales, donde ha recibido premios. Vivió y trabajó en Caracas durante dos largos períodos, el último entre 1977 y 1983. Al tiempo que desarrolla su obra, dedica gran parte de su vida a realizar actividades docentes, académicas y de investigación. Desde 1960 trabaja en escuelas de arte y Universidades argentinas y de otros países, particularmente en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo y en la Facultad de Filosofía y Letras, ambas de la Universidad de Buenos Aires, y en la Escuela de Arte del Departamento de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela. En la actualidad, vive y trabaja en Argentina.

En los medios

Sueños nunca cumplidos
Por Laura Casanovas
Clarín, Revista Ñ, 23/08/19

MEMORIAL

LUIS CAMNITZER

26.03.11 - 26.06.11 / Sala PAyS

Curadora: Florencia Battiti

Leer entre líneas ¿Pueden las páginas de una guía telefónica convertirse en un lugar de memoria? Si entendemos los contra-monumentos como instancias en las que la/s memoria/s no concluyen cristalizadas sino como procesos incompletos que acusan la mutabilidad de sentidos que otorgamos al pasado, podremos leer el Memorial de Luis Camnitzer como un ejercicio antimonumentalista, una estrategia que intenta presentar lo inenarrable y brindar a los que ya no están, no un epitafio entre los muertos, sino un lugar entre los vivos.

En términos estéticos, la operación es simple, reductiva y austera. El gesto autoral es programáticamente mínimo y modesto. Al intercalar alfabéticamente en la guía de teléfonos los nombres de las personas desaparecidas durante la dictadura militar en Uruguay, se actualiza tanto la experiencia de la ausencia física de cientos de personas como la denuncia por la falta de justicia ante su desaparición por parte del Estado[1].

La elección del dispositivo a intervenir no resulta inocente: Camnitzer literalmente “hace espacio” entre los nombres de los actuales ciudadanos uruguayos para introducir la presencia insoslayable de quienes fueron privados de sus  derechos primero y de su propia vida después. En sintonía con una línea de trabajo que abarca ya cinco décadas, Camnitzer concibe a la palabra como un elemento visual primordial en su propuesta y resignifica objetos y contextos de uso cotidiano al utilizarlos de manera no ortodoxa.

Fue la historiadora del arte Andrea Giunta, quien sugirió ciertas relaciones entre esta obra y el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado situado en el Parque de la Memoria en Buenos Aires[2]. En efecto, tanto la pieza de Camnitzer como el MVTE se organizan cronológica y alfabéticamente en listados dinámicos, móviles, que permiten la inclusión de un nuevo nombre o la corrección o modificación de algún dato. Ambos, a su vez, se proponen como instancias abiertas e irresueltas que dan cuenta de la compleja tarea de recopilación de información sobre los desaparecidos debido a la metodología represiva utilizada por el terrorismo de Estado y de la condición de antimonumentalidad −entendiendo ésta como una forma que no se clausura en sí misma− que ambos asumen.

Como toda práctica artística eficaz en términos éticos y estéticos, Memorial instala interrogantes. ¿De qué modo dar cuenta, desde el arte, de la condición de los desaparecidos? ¿Cómo sería la realidad política y social del Uruguay si estas personas estuvieran efectivamente al otro lado del teléfono? ¿Qué sucedería, tal como sugiere Mauricio Rosencof[3], si aquellos que figuran en la guía, y probablemente conocen el destino de muchos de los desaparecidos, hablaran?

Nosotros no podemos llamarlos, pero ellos nos llamarán por siempre sostiene Camnitzer, planteando así el compromiso que se asume cuando el pasado es apropiado desde una lectura del presente y con una mirada hacia el horizonte del porvenir. Si muchas de las lúcidas propuestas de Camnitzer plantean problemas en torno a los desfasajes y tensiones entre imagen y palabra, Memorial parece sugerir que la mejor forma de memoria es la justicia.

Florencia Battiti

1. Cabe señalar que en diciembre de 1986, durante la presidencia de Julio María Sanguinetti, se sanciona
en Uruguay la ley 18.548 de Caducidad de Pretensión Punitiva del Estado que establece la impunidad de
los delitos de violación de los derechos humanos durante la dictadura cívico-militar (1973-1985). Al año
siguiente, dicha ley fue ratificada por un referendum.
2. Andrea Giunta. “Luis Camnitzer: Políticas de representación”. En Artecontexto. Arte, cultura, nuevos
medios, Madrid, 2010, n° 27, pp. 42-52. Véase: http://www.artecontexto.com/es/ver_revista-27.html
3 Mauricio Rosencof. “La llamada”. Folleto de la exposición Memorial de Luis Camnitzer en el Museo de la Memoria de Montevideo (MUME), diciembre 2010-marzo 2011. 

TENSIÓN ADMISIBLE

GRACIELA SACCO

20.08.11 - 20.02.12 / Sala PAyS

Curadora: Florencia Battiti

Disparos y metralla. El sonido proviene de distintas partes y cae al ritmo en el que la pintura estalla en manchas. Negro sobre blanco, los impactos van cubriendo la totalidad de la superficie para comenzar de nuevo, blanco sobre negro. La tinta opera como la clave visual de una tensión metafórica entre términos antagónicos que se organizan como espejos enfrentados. Uno requiere del otro para tomar visibilidad, uno se justifica en el otro y opera como la clave de su formulación, de su existencia. Existen con el otro, involucrados. Ambos remiten a la violencia. El impacto sonoro y visual de esta extensa instalación nos interpela. Podemos ver la obra desde lejos, pero la proximidad detona un registro perceptual, en movimiento. La imagen de esa superficie activada por el impacto de la pintura negra y blanca se 
interrumpe con el ritmo sostenido de maderas que crea una grilla, una trama, una cornisa para la mirada que tiene que penetrar entre las rajas, ver entre los vacíos. Manchas, sonidos, fisuras y tabiques consolidan una construcción que interroga simultáneamente varios sentidos. Una formación perceptual que subsume al espectador en una crispada meditación sobre la violencia. Crispada, sí, porque la obra no sólo formula un registro visual y sonoro de la violencia, también la ejerce. No sólo representa, también actúa esa violencia que instala como el centro de una pregunta que remite a la matriz de violencia que ha impregnado el largo siglo XX, que estableció un denominador común para la organización de una experiencia de época pautada por guerras y revoluciones. La violencia concreta, histórica, situada; y al mismo tiempo la violencia como percepción que dirige la meditación sobre esa materia violenta y sobre el tiempo dedicado a la guerra. Los sueños de la violencia. La obra puede situarse en una pregunta que implícitamente formula Hannah Arendt: ¿Puede considerarse la violencia como la única interrupción posible (en forma de guerras y revoluciones) del proceso cronológico de la Historia? La pregunta queda abierta. 

La tensión que proviene de la sucesión de disparos, del ruido ensordecedor, de la superficie dinámica de manchas sobre manchas, del ritmo vertiginoso de los postes de madera interrumpiendo el registro de la pintura en movimiento, lleva a detenernos en el encadenamiento de una violencia que se materializa en un espacio específico: la sala del Parque de la Memoria como laboratorio para una reflexión basada en la percepción. 
Tensión admisible expone una meditación sobre los límites, sobre la tensión máxima que puede articularse en el momento previo a un estallido. En el título de la exposición redobla el registro perceptual de la obra. 

En el repertorio de Graciela Sacco cada elemento suma su sentido al dispositivo general de la obra. Las maderas, como sucedía en las serie Cuerpo a cuerpo, también son el mecanismo para mensurar la violencia históricamente situada (una manifestación en el ’68, en el 2001 o en el 2011) o la expresión de una trama continua de violencias perceptuales. Medir y controlar como una forma de cuantificar: volver una experiencia general en una concreta, en el espacio de la sala de exhibición. La suma de palos con la imagen impresa remite también a la inscripción en el presente de hechos del pasado; es una forma concreta de representar la memoria de esos hechos que se recuerdan con mayor o menor exactitud o sujetos a distintas formas de distorsión.

Cualquier salida puede ser un encierro, advierte la frase que nombra la otra instalación, la que se enfrenta a los  disparos. Junto a esta violencia perceptual Sacco sitúa una representación poderosa en la cultura de Buenos Aires, el río, con su implícita ambiguedad; aquella que proviene de una imagen que remite a la vida, a la mirada que se pierde en el horizonte, en el espacio que se proyecta hacia otros espacios, hacia otras geografías y que al mismo tiempo refiere a la muerte. El río cementerio. Podría pensarse a la ciudad de Buenos Aires como un inmenso memorial. En las veredas de los bancos aledaños a la Plaza de Mayo se suceden las placas que recuerdan a los desaparecidos. El río es la inmensa placa recordatoria de la ciudad. Superficie líquida que lleva, de nuevo, a pensar en la vida. El inicio de esta
obra es otra, que comenzó en Finisterre, Galicia, en la Costa das Mortes, donde se depositaron cientos de barcos en los que se hundieron las esperanzas de los inmigrantes. La historia de una violencia y de todas las violencias.

Fuera del Parque de la Memoria, entre las rejas que lo circundan y el espacio de la calle, se despliega la imagen extensa del río, que confronta al tránsito urbano. Cualquier salida puede ser un encierro, de la serie Tensión admisible. Interferencia urbana es una señalización, una forma de traer el río a la calle, al lugar que registra la zona de contacto entre la ciudad y ese parque en el que se inscribe una trama de sus experiencias. 

La reiteración de imágenes y de sonidos repone el ritmo de muchas formas de violencia y recrea cierta incertidumbre. El poder de una obra no radica en la definición lineal del sentido. Reside, más exactamente, en su capacidad para instalar la mente y las percepciones en un estado meditativo.

Andrea Giunta

DOLORES DE ARGENTINA

DOLORES CÁCERES

10.03.12 - 10.06.12 / Sala PAyS

Curadora: Florencia Battiti

La serie Dolores de Argentina fue iniciada por la artista a mediados de 2000, cuando en el país la atmósfera de estallido social, que poco después se tornaría vacío político, era inminente. Fue entonces cuando Dolores Cáceres sintió la necesidad de comenzar a trabajar en Dolores de Argentina, tomando su nombre propio para identificarlo con el de la República.

En esta oportunidad, la artista logra articular diversos soportes para explorar una selección de situaciones desgraciadas y de tragedias, trazando una memoria en construcción. 

PANCARTAS DE MADRES DE PLAZA DE MAYO - LÍNEA FUNDADORA

ELLOS QUIEREN CONTARNOS

07.07.12 - 26.08.12 / Sala PAyS

Curaduría: Institucional Parque de la Memoria

TEXTO PARA FOTODUPLICACIÓN


“… Ellos quieren contarnos…” Las Pancartas de las Madres A mediados de los años noventa, las Madres de Plaza de Mayo- Línea Fundadora comenzaron a confeccionar un conjunto de pancartas que diera cuenta de las historias de vida de los detenidos-desaparecidos. ¿Quiénes eran los desaparecidos? ¿Cómo eran sus rostros? ¿Quiénes fueron sus afectos, sus amigos y cuáles sus costumbres y los rasgos específicos de su militancia? Así surgen las pancartas: con la intención de reponer, al menos en parte, la dimensión humana y política de aquellos individuos a quienes el terrorismo de Estado pretendió sustraerles las marcas de su identidad y de su existencia. En sí misma, la pancarta como soporte remite a los elementos y herramientas propios de la militancia. La pancarta se porta en las manifestaciones para dar visibilidad a un mensaje y, en este caso, lo que acuciaba era echar luz sobre la identidad de los detenidos-desaparecidos. Así, se emprendió la tarea de recuperar documentos personales, fotos, textos, dibujos, objetos que, compuestos sobre modestas cartulinas, brindaran testimonio directo sobre la vida de cada uno de ellos. En la mayoría de los casos, las pancartas consignan dónde y cuándo fueron detenidos y desaparecidos y, en algunas ocasiones, incluyen leyendas tales como “un pueblo que olvida, repite su historia”.

Como todo proceso de narración identitaria, la elaboración de las pancartas trascendió el círculo estrictamente familiar.
En la tarea de recolección de materiales y armado de las mismas, las Madres contaron con la ayuda de un grupo de
colaboradores, quienes en algunos casos, habían sido amigos o compañeros de militancia de sus hijos desparecidos. Luego de meses de preparación, las pancartas fueron exhibidas públicamente por primera vez el 25 de noviembre de 1995 en el Parque Las Heras bajo el título “Muestra itinerante por la identidad completa del detenido-desaparecido. Seguimos para que no nos arrebaten el futuro”. A partir de allí, fueron exhibidas en numerosos espacios públicos y  recorrieron gran parte del país, cada vez, sumando más carteles, reconstruyendo otras, nuevas identidades.

Si el terrorismo de Estado negó la existencia de los desaparecidos y las leyes de punto final, obediencia debida y
el indulto acentuaron las marcas de impunidad, las pancartas se constituyen como una acción estético-política que apuntó tempranamente a contrarrestar esta operación de borramiento. Asimismo, si la categoría de desaparecido tiende a diluir individualidades, las pancartas brindan la posibilidad de recuperar las existencias singulares, las biografías personales y las trayectorias únicas. 

Las pancartas que se exhiben aquí conforman una narración identitaria social insustituible, un testimonio del vínculo
entre padres e hijos, entre compañeros y amigos.

* Gran parte de las pancartas originales fueron destruidas por acción de la lluvia durante la Marcha de la Resistencia en 2004. Las pancartas que se exhiben en el Parque de la Memoria fueron reconstituidas, digitalizadas e impresas en lonas vinílicas para preservarlas y facilitar su traslado por el programa de Derechos Humanos de la Secretaría de Cultura de la Nación. Agradecemos a Carmen Lapacó y Fabiana Almeida las gestiones de préstamo de las mismas y a Nora Anchart por la valiosa información brindada.

DUNAMIS. ENTRE EL DESASTRE Y LA ESPERANZA.

RES

29.09.12 - 10.02.13 / Sala PAyS

Curadora invitada: Diana Wechsler

A partir de tres instalaciones concebidas especialmente por Res para la Sala PAyS, más de 50 fotografías y registros en video, la muestra propuso una reflexión sobre la memoria histórica y política, pero también sobre la memoria biológica y la memoria de los materiales. De esta manera, articulando imágenes y sentidos, la exposición instaba al espectador a reconfigurar sus propios recuerdos. 

PAISAJES DE LA MEMORIA

NORBERTO PUZZOLO

16.03.13 - 12.05.13 / Sala PAyS

Curadora invitada: Adriana Lauria

Paisajes de la Memoria fue una exposición especialmente concebida por Norberto Puzzolo para la Sala PAyS del Parque de la Memoria. La muestra puso en diálogo obras históricas, que testimonian el paso del artista por el Grupo de Vanguardia de Rosario, con sus producciones más recientes, que toman el paisaje como símbolo de las ausencias y violencias sufridas a través de la historia argentina.