IDENTIDAD

Una exposición del Parque de la Memoria y Abuelas de Plaza de Mayo

El pasado abierto hacia el futuro

Hacia fines de 1998, cuando se encontraban vigentes las leyes de impunidad que impedían el juzgamiento de los autores de crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura cívico-militar, las autoridades del Centro Cultural Recoleta tomaron una significativa decisión en el marco de su política institucional: otorgar visibilidad pública a la problemática de la apropiación ilegal de niñxs durante la dictadura. La propuesta fue elevada a Abuelas de Plaza de Mayo, que aceptó y colaboró con información fundamental que el organismo venía recabando desde 1977. Así, una vez acordada la colaboración entre ambas instituciones, el equipo de trabajo se completó con un grupo de artistas visuales, quienes aportaron su mirada poética y su compromiso con la causa.

La exposición se tituló Identidad y se llevó a cabo en las salas principales del Centro Cultural Recoleta entre noviembre de 1998 y enero de 1999. Su objetivo fue poner el foco sobre la búsqueda de lxs nietxs que Abuelas de Plaza de Mayo venía realizando desde octubre de 1977. La estrategia visual de colocar un espejo entre las fotografías de hombres y mujeres –padres y madres– detenidos-desaparecidos y/o asesinados buscaba rescatar algún parecido físico entre ellxs y sus hijxs apropiadxs ilegalmente, jóvenes que por entonces tenían entre diecinueve y veinticinco años, la misma edad que sus padres y madres al desaparecer. De este modo, la semejanza física podría, quizás, traducirse en parentesco y esxs jóvenes recuperarían su historia familiar. En una primera instancia, los espejos invocaban el llamado de la sangre. Pero los espejos, también, funcionaban en sentido metafórico: cualquiera que se reflejara en ellos se involucraba en la trama de horror de la desaparición y la apropiación, reforzando así la idea de trauma colectivo que la apropiación ilegal ocasionó en toda la sociedad.

A veintidós años de realizada esta exposición, el Parque de la Memoria decide reeditar Identidad, actualizando la información con la que cuenta Abuelas de Plaza de Mayo en relación a lxs nietxs que fueron apropiadxs. A la fecha son ciento treinta los casos resueltos, de los quinientos que las Abuelas estiman en total; ciento treinta personas recuperaron su verdadera identidad gracias a la fuerza del amor y la lucha inexorable de estas mujeres que son un emblema en todo el mundo, a la reapertura de los juicios por crímenes de lesa humanidad y a la implementación de políticas de Estado vinculadas a los derechos humanos.

Hoy el objetivo sigue siendo el mismo: localizar a lxs que faltan, recomponer las historias que aún se encuentran truncas, restituir la identidad de cada unx de ellxs para otorgarles el derecho a conocer quiénes fueron sus padres y sus madres, y por ende, de dónde provienen, no sólo ellxs mismos, sino también sus hijxs. Porque si en 1998, cuando esta exposición se llevó a cabo por primera vez, lxs nietxs buscados tenían entre diecinueve y veinticinco años, hoy tienen entre cuarenta y uno y cuarenta y siete, y sus hijxs también tienen derecho a conocer la verdad. Aún hay cientos de hombres y mujeres que no saben que son hijxs de desaparecidos. Sus hijxs –bisnietxs de las Abuelas– tampoco conocen su verdadera identidad.

Que la reedición de Identidad se lleve a cabo en la Sala PAyS del Parque de la Memoria torna insoslayable el diálogo que la muestra entabla con el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado. Y si bien el Monumento resignifica en mayor o menor medida todas las exposiciones que se alojan en la Sala PAyS, el hecho de que muchas de sus placas señalicen la desaparición de mujeres embarazadas reviste este diálogo de un especial espesor simbólico.

Así, esta versión actualizada de Identidad se completa con un audiovisual que recoge diversos testimonios y material de archivo sobre la labor de Abuelas de Plaza de Mayo y con el lanzamiento de la campaña El Parque por la Identidad que, a través de las redes sociales, convocará al público a ejercer su derecho a la identidad: el derecho de cada unx a ser unx mismx.

 

Parque de la Memoria-Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado

Un proyecto artístico de:

Carlos Alonso
Nora Aslan
Mireya Baglietto
Remo Bianchedi
León Ferrari
Rosana Fuertes
Daniel Ontiveros
Carlos Gorriarena
Adolfo Nigro
Luis Felipe Noé
Marcia Schvartz
Juan Carlos Romero
Diana Dowek

OPERACIÓN FRACASO Y EL SONIDO RECOBRADO

ALBERTINA CARRI

04.08.15 - 21.11.15 / Sala PAyS

Curadora: Florencia Battiti

El Parque de la Memoria tiene el agrado de presentar Operación Fracaso y el Sonido Recobrado, primera experiencia expositiva de Albertina Carri, una de las figuras más emblemáticas del cine argentino de los últimos tiempos.

“¿Se puede vivir sin recordar?”; se pregunta la artista. Y ella misma se responde, “los ríos de la memoria no siempre son caudalosos,  pero aunque corra una pequeña línea de agua por su lecho, ella es tan obstinada, que modificará la tierra por la que pasa, aunque tan solo sea por el paso del tiempo mismo. Quiero ser ese lecho, quiero ser esa tierra, quiero contarle al mundo sobre ese poder que tiene el hecho de estar acá y seguir recordando”.

Uno de los temas centrales de esta muestra, sostiene Jorge La Ferla en el prólogo del catálogo que acompaña la exposición, se concentra en los vestigios de información sobre el pasado. Los datos, documentos y registros que conforman la recuperación de la memoria a partir de archivos encontrados –publicaciones, correspondencia epistolar, guiones y fragmentos fílmicos– son el sustento de una política de archivos. La propuesta de Carri  trasciende lo biográfico y se inscribe como un autorretrato que, a su vez, remite a la lectura de una historia personal, familiar y de un país.

La muestra en su conjunto requiere un tiempo propio de movimiento del espectador, quien va incorporando un relato sensorial fragmentado, conformado por luz, imágenes y sonidos, que pone en escena una memoria personal, familiar y política concentrada en la práctica de la instalación. Una muestra que responde a la postura conceptual y política del Parque de la Memoria y que propone una experiencia artística compleja, que desafía una percepción que requiere compromiso. 

El papel es tan blanco, escribir es tan fácil…
En cuanto a los recuerdos, uno no se puede resistir a esos ojos y retornan, retornan (…).
Todo está guardado en lo profundo detrás de los párpados. Seguimos mirando toda la vida… hasta que se llena y todo empieza a bullir y a eructar, los ríos de la memoria.

                                                                                                                                          Jonas Mekas

 

Los restos de mis padres nunca fueron hallados, tampoco ha sucedido el juicio por su secuestro y posterior desaparición forzada, todavía no se han demostrado sus homicidios. Soy mayor que ellos en el momento de su muerte. Las cosas que he escuchado sobre ellos, las que he leído, ahora significan otra cosa, son anécdotas sobre unos jóvenes eternos. Sus textos escritos son los pensamientos de dos brillantes jóvenes que me acompañarán de por vida, como hacemos los padres y las madres con nuestros hijos. Mi padre y mi madre serán siempre lozanos, rebeldes de cabellos sueltos y ropa desaliñada, hermosos, rebosantes de esa belleza que da la juventud, y también la muerte. Ana María y Roberto, mis padres muertos, mis padres asesinados, mis padres desaparecidos, vivirán en mí por siempre. Y su enorme ausencia también habitará mi cuerpo, mi mirada del mundo, mi felicidad y mi desdicha, por el resto de mi vida.

Convivo con sus fantasmas desde muy pequeña, exactamente desde los cuatro años de edad. Creí durante casi treinta y cinco que las personas esa edad ya éramos grandes; identidades estructuradas listas para enfrentar el mundo. Hasta que fui madre y vi a mi pequeño hijo ser lo que hemos sido todos a los cuatro años. Pequeños sujetos en formación, aún balbucentes, totalmente vulnerables y extremadamente necesitados de confianza y cariño. Después de descubrir esto me hice más vieja que mi madre y que mi padre, y los recuerdos, todo eso que está guardado detrás de los párpados como dice Mekas, aparecieron, afloraron de muy distintas formas.

El objetivo de estas obras audiovisuales es plasmar ese recorrido incansable de la memoria: esa espeluznante capacidad que tenemos las personas de crecer y ser otras, cada vez. Caminar por los abismos de los recuerdos y también bailar con ellos en una danza insólita y desprejuiciada. Dejarse llevar por su influencia y apagarlos cada tanto, cuando sea necesario. ¿Se puede sofocar el recuerdo? ¿Se puede vivir sin recordar? Quizás se puedan extinguir las imágenes, borrar los contornos de las cosas, pero los sonidos que quedaron en lo profundo, detrás de los párpados, son imposibles de acallar. Los ríos de la memoria no siempre son caudalosos, pero aunque corra una pequeña línea de agua por su lecho, ella es tan obstinada que modificará la tierra en su avance convencido. El paso del tiempo surcará el cauce.

Ante los recuerdos me dispongo como ese lecho como esa tierra y los hago pueblo, brindándolos en relato. Volviéndolos experiencia de todos y no circunstancias personales.

Quiero ser ese lecho, quiero ser esa tierra, quiero contarle al mundo sobre ese poder que tiene el hecho de estar acá y seguir recordando.
 

Albertina Carri

Punto Impropio

Durante el año que mis padres estuvieron secuestrados, mi madre escribía cartas a mis hermanas y a mí dándonos consejos de todo tipo. A mis tías pidiéndoles que se hagan cargo de nosotras, a mis abuelos solicitándoles ayuda para que nos críen. Escribía cartas con formato de legado, escribía cartas en lenguaje cotidiano. Escribía para acortar una distancia que ella sabía, sería irreparable. Mamá era profesora de literatura y en esas cartas una de sus preocupaciones era cómo nos formaríamos en esa materia cuando ella no estuviera: en cada una de esas cartas hay un libro a leer. Esas cartas son el libro que Ana María Caruso no pudo escribir. Porque fue madre muy joven, porque era la mujer de un prometedor intelectual, porque la asesinaron con apenas 36 años. Punto impropio recorre la no-obra de mi madre y el dominio que el tratado que Ana María escribió en formato epistolar –ese no-libro– tiene sobre mi voz.

Albertina Carri

MAPA DE SUEÑOS LATINOAMERICANOS

MARTÍN WEBER

15.11.19 - 17.02.20 / Sala PAyS

Curadora: Florencia Battiti
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Una cartografía del soñar en América Latina

¿Cuánto de política cabe en un sueño? O en otras palabras, ¿cómo se produce el encastre entre el deseo y la política?

Si bien a primera vista la pregunta destila cierto extrañamiento, sus reverberaciones atraviesan el ensayo fotográfico de Martín Weber y revela, de manera ostensible, que lo personal siempre es político; que la presencia ⎼o la ausencia⎼ de políticas públicas abre ⎼o cierra⎼ los horizontes de posibilidad de las personas, su capacidad de soñar, de proyectar, de planear un futuro propio pero también compartido.

Uno de los varios méritos del trabajo de Weber es haber implementado una consigna simple para un proyecto complejo y de largo aliento: recorrer entre 1992 y 2013 más de 53 ciudades y pueblos a lo largo de América Latina solicitándole a diversos individuos o grupos de personas que escribieran un sueño o deseo en una pequeña pizarra y se dejaran fotografiar.  Así, cámara de placa al hombro, Martín recorrió Argentina, Cuba, México, Perú, Nicaragua, Guatemala, Brasil y Colombia tomando contacto con comunidades indígenas del nordeste brasileño, pueblos en la Selva Negra de Nicaragua y la selva lacandona en Chiapas, profesores universitarios en Cusco, familias de clase media en Buenos Aires, jóvenes estudiantes del norte de Corrientes y niños en la frontera de Tijuana, entre tantos otros.

“Llevaba la pizarra, conversaba con las personas y juntos pensábamos la puesta en escena. Uno de los usos de la pizarra es señalar que la fotografía es una construcción y no la realidad”, comenta Weber. La pizarra, con su ineludible connotación escolar, funciona así como el hilo que hilvana la narrativa de este ensayo fotográfico en el que resuenan con fuerza los contrastes y contradicciones de una América Latina repleta de asignaturas pendientes. La idea de la pizarra se le ocurrió a Martín a partir de ciertas lecturas de Bertolt Brecht, especialmente de su “efecto de distanciamiento”, que abogaba por un tipo de teatro que produjera distancia emocional en el espectador para que éste pudiera reflexionar críticamente sobre la obra. Sin embargo, la pizarra con los textos manuscritos que resumen en un pequeño espacio anhelos y aspiraciones de todo tipo, introduce también un tiempo otro en la imagen, un tiempo proyectivo, una suerte de “hacia adelante” que tensiona y, de alguna manera contradice, el “esto ha sido” inherente a la fotografía. Si Roland Barthes decía que no había futuro en la fotografía, estas pequeñas pizarras negras se tornan parlantes en la imagen, expresivas y prospectivas, arremolinando el pasado congénito de la fotografía, el presente inseparable del instante fotográfico y el futuro latente del deseo.

El “Mapa de los sueños latinoamericanos” reúne un total de 110 fotografías en blanco y negro de escenas cuidadosamente compuestas en las que, además de la articulación de lo político con lo personal, campean citas y homenajes a la historia del arte, a maestros de la fotografía como el peruano Martín Chambi pero también guiños formales y compositivos a colegas contemporáneos como RES, Eduardo Gil o Alessandra Sanguinetti. Una manifiesta voluntad narrativa, la elección del blanco y negro, la generación de empatía en el espectador y el énfasis en la condición humana son claras referencias a la Fotografía Humanista, esa rama poética del fotoperiodismo practicada por leyendas como André Kertész, Cartier Bresson o Brassai. Pero sin bien Weber inscribe su trabajo en esta corriente al mismo tiempo la cuestiona. Aquí no se trata de capturar “el instante decisivo” sino de construir esmeradas puestas en escena, conversadas, dialogadas y compartidas con el otro.

Así, la mirada de quien recorra esta cartografía del soñar en América Latina probablemente se dirija primero a la pizarra, a leer el sueño del soñador, pero una vez consumada la pulsión inmediata de leer el texto inserto en la imagen, la mirada comenzará lentamente a percibir todo lo demás que esa imagen exhala. Así, cada contexto, sea urbano o rural, interior o exterior, modesto o acomodado, se convierte en un universo de signos a descifrar, un inmenso hiato de sentido a completar que rebota, a veces armónica  y otras desarmónicamente, con el texto escrito en la pizarra.

Al observar detenida y afectuosamente las fotografías de Weber, atendiendo a su textura visual y a su profunda potencia conceptual uno no puede más que comprobar que el tan mentado discurso de la meritocracia – una sociedad en la que el éxito o el fracaso son de quienes se lo “merecen”⎼  resulta un argumento perverso (incluso un tanto idiota) que desconoce que la desigualdad de condiciones implica, en la mayoría de los casos, desigualdad de oportunidades. En este sentido, estas imágenes devuelven con la fuerza de un puñetazo un discurso otro, uno en el que los escenarios económicos y sociales estructuran la capacidad, no ya de concretar un sueño, sino incluso de poder enunciarlo.

En ocasión de la presentación de “Mapa de los sueños latinoamericanos” en el Parque de la Memoria, Weber decidió abrir algunas de las cápsulas de tiempo cifradas en sus fotografías. A tal efecto, la exposición incluye un video documental y testimonios orales en los que Martín vuelve a tomar contacto con varias de las personas que fotografió hace más de veinte años. Sin duda tanto él como sus retratadxs ya son otros, sus sueños y anhelos no pueden ser los mismos. O quizás, quien sabe, sí lo sean…

Florencia Battiti
Curadora 

Martín Weber

Martin Weber (Santiago de Chile, 1968) es artista visual, estudió en la Universidad de Buenos Aires y, entre 1992 y 1993, completó sus estudios en el International Center of Photography de Nueva York. Fue artista en residencia en IASPIS (Estocolmo, 1998), Light Work (Siracusa, 2002), CPW (Woodstock, 2004), MAC y D21 (Santiago de Chile, 2014). Entre las numerosas becas que ha recibido se destacan la otorgada por la Fundación Guggenheim (1998) y Prince Claus (2004). Asimismo le fueron otorgados premios nacionales e internacionales, entre los que sobresalen: Premio Klemm (1999), Hasselblad (1999 y nuevamente en 2001), No Strings Foundation (2005), Silver Eye Award (2008), Gran Premio Instalaciones y Medios Alternativos del Salón Nacional (2016) y Magnum Foundation (2018). Este año, el Gruppo Friulano per la Nuova Fotografía (CRAF) le otorgó el International Award in Photography. En 2011, Ediciones Larivière ha publicado Ecos del interior y, en 2018,  Mapa de sueños latinoamericanos. Actualmente se encuentra realizando su opera-prima “Mapa de sueños latinoamericanos” con el apoyo de Eficine  (México), Sørfond (Noruega),  Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires, INCAA y Doc Buenos Aires. En esta ocasión por primera vez “Mapa de sueños latinoamericanos”, su ensayo más importante, es exhibido íntegramente en el Parque de la Memoria.